Tarde de Domingo. Tarde indecisa entre soleado y nublado. Tarde indecisa entre planchada y una leve brisa. Me dije: qué mejor que aceptar la invitación de Adrián para acompañarlos a correr 18 km en las bardas de Paso Córdova, pero eso si, la invitación fue para que yo lo haga en bicicleta, por supuesto!. Y por qué no?, me dije, si yo sabía andar en bicicleta. Recuerdo alguna vez usar una bici con tres cambios, la única diferencia es que ahora hay una palanquita más para los tres cambios, pero de la corona!... Casi igual.
Casé la mochila, la cámara de fotos y a lo de Adrián. El primer punto de encuentro de todos los deportistas (las ganas que habré tenido que ya me incluyo entre los deportistas, ja!). Adrián me proveyó de la bici, un par de guantes sin dedos, la calza con badana y el casco. Cualquier que me haya visto, habrá pensado que sabía lo que estaba por hacer. Cosa que no ocurrió con el resto de los deportistas, que mientras llegaban al encuentro comentaban: “Adrián, ¿este circuito da para hacerlo en bici?”…, “¿estas seguro?, mirá que son muchas subidas y bajadas, eh”…, “sí, no hay problema, hay una meseta como de 5 km (a lo que saqué cuentas rápidamente y me quedan 13 km de no se qué)”.
Haciendo caso omiso a todos esos comentarios que hasta ese momento sólo me parecieron de “mala onda”, arrancamos la travesía.


El comienzo fue una papa, pero qué poco duró ¡!… se asomó la primer subida, entre mí pensé: “bueno, pedaleo un poco y la subo caminando como los chicos”… groso error, los chicos la subieron corriendo!!!!. Bajé, me casé la bici al hombro y comencé la subida (caminando por supuesto) lo más rápido posible. Cuando llego, todos (TODOS) me estaban esperando y yo esperando también que me vuelva el aliento y que me bajen los ñoquis con salsa del almuerzo. En la bajada recupero el aliento, pensé. No alcanzo a bajar que se asoma otra subida, la cual
los chicos volvieron a subir corriendo. Ya sin aire emprendo la subida. ZAAAK! Tirón en el gemelo izquierdo (gemelo desgarrado anteriormente aún sin recuperar). “¿Cómo vas?, pregunta Andrés al verme llegar”. MAL, como el culo, le respondo, ¿cómo vuelvo?.
Sin perder más tiempo, Andrés, Pablo y Fernanda me acompañan de regreso y no tuvieron mejor idea que hacerlo por el medio de un cañadón con superficie súper arenosa. Sin aire, sin piernas y con recuerdos más y más presentes de los ñoquis del mediodía!.
Fue ahí, en ese preciso instante en el que pedaleaba más por orgullo que por otra cosa. Los chicos corriendo en la arena ayudándome a que no quedara enterrado con la bici… ahí, corriendo a la par mía, como si fueran volando… Andrés se acerca y me dice: “Fleppy, no será el momento de replantearte tu vida deportiva?”


Agradecimientos:
A Alicia, por haber escuchado a los chicos cuando le dijeron: “vos que conoces el camino, vayamos por un lugar que se pueda ir en bici”
A Andrés, por su sinceridad
A todos los chicos por esperarme sin caras largas en cada subida
A Adrián por la invitación para compartir estos momentos con uds. Sé que lo hizo de corazón (a parte jamás se podría haber imaginado mi estado físico)
A todos los comentarios “mala onda”, que en realidad no eran mala onda, sino que eran de preocupación…..
Gracias !!!